Pasadas unas horas creo que ya empiezo a ser más consciente que ésta estapa ya ha pasado.. me deja un sabor agridulce, porque me da mucha pena dejar errachidia, los niños de los cuales he aprendido cosas que me han enriqiecido como persona y ver otras realidades que quizás sin un día a día y viendolo en vivo no hubiera podido ver como son de verdad, lo distinta que es la vida cuando vas a un sitio así, del cual me siento enamorada por todas las cosas que he podido ver y vivir hasta ahora. Como todas, hay su parte mala y su parte buena, pero me encanta la filosofía de vida con la que viven aquí, siempre he encontrado alegría o humildad en cada lado que he ido, confianza y cariño que te brindan plenamente desde un primer momento, así sin más.. y que tu puedas hacerles sonreír con tan sólo dedicarles una parte de tu tiempo a ellos, algo que jamás había vivido de esa manera, cariño, humildad y alegría con toda la inocencia y voluntad del mundo, como son los niños, llenos de vida. También he de decir que no sólo echo de menos esa rutina, sino también a todos los que hemos estado allí con ellos, la experiencia vivida, la convivencia, tanto de voluntarios como coordinadores, al fin y al cabo hemos creado una familia durante estas dos semanas, y estoy encantada de haber conocido a cada uno de ellos, me llevo un muy buen recuerdo, amistades y un pedacito de cada uno que también me han servido para aprender. Espero volvernos a encontrar todos juntos en un futuro no muy lejano y que cada uno pueda seguir su camino y cumplir sus metas. Inchaláh
Claudyaa Cabré