Las niñas del Atlas Elbassma Marruecos

A diferencia de los niños, las pequeñas bereberes no están tan habituadas a jugar, y menos a hacerlo fuera de casa, en la calle, donde es más habitual ver a un grupo de chicos compartiendo risas y carreras. Ellas ayudan desde bien pequeñas a sus madres en el cuidado de sus hermanos pequeños y otras tareas del hogar. El patriarcado es fuerte en la comunidad bereber, por lo que para muchas niñas una vez lleguen a los doce o trece años se terminará la etapa educativa y pasarán a dedicarse en exclusiva a las tareas del hogar ayudando a sus madres y tías.

Las niñas del Atlas Elbassma Marruecos

Esta colaboración doméstica se extenderá al día en que ellas contraigan matrimonio, salgan de sus casas para convivir con el esposo y comiencen a trabajar en los campos, cuidando también de los animales si los tienen y del hogar. El matrimonio y los hijos se consideran una bendición, por lo que, para muchas familias, la importancia de la educación queda relegada a un segundo plano. Aun así, muchas de las niñas del pueblo expresan su ilusión por estudiar y muestran verdadero interés en al aprendizaje. Cada mañana, y en función de si llueve o hace un día soleado salen en compañía femenina, alegres y entonando canciones infantiles, a ganarse un puñado de dírhams para poder comprar algo de ropa o de material escolar. Si llueve, salen en busca de caracoles a los humedales, que posteriormente venderán. Y durante los meses de verano aprovechan para caminar cerca del río en busca de ramas que después de ser deshojadas, se convertirán en un reclamo para los artesanos del bambú. El kilo se lo compran a 5 dirhams, y el dinero se lo reparten entre todas las que salieron a echar la mañana.

Más que un trabajo es su forma de socialización, de pasar tiempo juntas, de charlar, de reír, de cantar…mientras con rascan las ramas para quitar todas las hojas que aún están verdes. Las niñas trabajaban y emulan a sus madres. Mientras, los niños sentados en una roca en la que no pega mucho el sol, miran atentos la labor de sus amigas, sin ofrecer ayuda ni ningún tipo de interés. La historia se repite y los patrones de género se van aprendiendo desde pequeños.

Autora: Sara Martín

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